
B.D.E.B.
No hay latido….
Esas palabras se quedaron grabadas para siempre.
Esa mañana ella sabía que las cosas no iban bien, mientras se dirigía a urgencias, sabía que la alegría que sintió apenas unas semanas antes se iba a truncar ese mismo día.
Aún así, entró en la sala de exploración con un mínimo de esperanza de escuchar por parte del médico: «Tranquila, no es nada importante, todo va bien». Pero no fue así, las palabras fueron otras completamente distintas.
Recorrió el largo pasillo hacia la puerta de salida con lágrimas en los ojos pero sin derramarlas sólo al atravesar la puerta abrazó a su pareja y se derrumbó. Horas después regresó con una mano amiga, llegaron a ese quirófano, más frio que nunca y allí agarrada fuertemente a esa mano terminó todo.
El destino, caprichoso siempre quiso que cuatro años después, mismo mes, mismo sitio, mismas palabras…se volvieran a repetir.
La segunda vez le costó mucho más de superar, no conseguía hablar de ello con nadie sin derrumbarse, sin que las lágrimas de dolor brotaran de sus ojos. Después llegaron meses de pruebas, visitas médicas, ansiedad… Finalmente todo terminó menos el dolor, seguía estando ahí. Dicen que el tiempo lo cura todo pero no, sana las heridas pero quedan las cicatrices, no nos borra la memoria, los recuerdos buenos o malos siempre se quedan.
Un año más tarde de que todo terminara, ahí estaba, en el mismo lugar que tan malos momentos le traía pero esta vez era diferente, esta vez las palabras del médico fueron otras bien distintas: «¡Es un niño! Míralo, aquí tienes a tú hijo» y ahí, encima de ella esa carita.
De nuevo las lágrimas, pero en esta ocasión lágrimas de alegría, de felicidad, de sentirse completa.
B.D.E.B.

