Sonrisas

Sonrisas

Sales a la calle, te cruzas con los vecinos y sonríes al dar los buenos días.

Llegas al trabajo y vas saludando uno a uno a tus compañeros, con la mejor de tus sonrisas.

Sales de trabajar, te acercas al súper a comprar y a la hora de pagar le sonríes a la cajera mientras le das las gracias.

De ahí al gimnasio, entras y le das las buenas tardes al recepcionista sonriendo de nuevo.

Al entrar al vestuario varias de las chicas de siempre y de nuevo vuelves a sonreír mientras las saludas y os preguntáis mutuamente ¿Qué tal fue el día? -Bien….

Llegas a casa, cruzas esa puerta, dejas la compra en la cocina y te vas al baño, hora de desmaquillarse y cómo por arte de magia esa sonrisa desaparece, ya no está, se fue junto al maquillaje y lo más probable es que no vuelva hasta el día siguiente.

¿Sólo para agradar a los demás?…

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Photo by Alexander Kovalev on Pexels.com

En un lugar del mundo, un país, una ciudad, una urbanización… los niños juegan tranquilamente en la pista de fútbol, de repente la mamá de uno de ellos:

¡Pedro! (por poner un nombre), deja de jugar y ven aquí, tenemos cita con el médico, te vas a poner perdido.

Pedro deja de jugar a regañadientes y se dirige hacía su madre:

-Mami, cuando salgamos del médico, si me porto bien, ¿me puedes comprar el juego ese de la «maquinita» que te pedí hace unos días?

-Buenos hijo, tú pórtate bien y luego ya veremos. Dice la madre, aún a sabiendas de que va a ser así, le cuesta negarle nada aunque sabe que no le está haciendo ningún bien, pero cómo la gran mayoría de los padres parece que dándoles lo que nosotros no hemos podido tener nos hace ¿más felices?….

Se montan en el coche y se dirigen hacia el centro de salud, al llegar allí se sientan a esperar su turno, mientras tanto el niño le pide a su madre el móvil para que la espera no se le haga «eterna». Al cabo de unos minutos les avisan que pueden entrar, Pedro apura hasta casi estar en la puerta con el móvil y entran a la consulta.

-Bien chaval, pues está todo correcto, nos vemos en unos meses ¿de acuerdo? Pedro le sonríe, no por lo que acaba de decir el médico si no para mostrarse en todo momento amable, un juego está en «juego».

Cuando salen del centro de salud, no tarda ni un minuto en preguntar:

-¿Me he portado bien mami? ¿Vamos a comprar el juego?

La madre claudica y van a la juguetería, una vez comprado regresan a casa y lo primero que hace Pedro nada más llegar es irse directo a la «maquinita» y cargar el juego, a los pocos minutos está fusil en mano (en la pantalla) matando todo bicho viviente.

Al otro lado del mundo, de donde vive Pedro y su familia, una madre sale a buscar a su hijo, lo encuentra en el descampado de enfrente de las casas jugando a fútbol con sus amigos, con una pelota algo cochambrosa y pinchada que habían encontrado unos días antes mientras paseaban por los alrededores del pueblo donde viven.

Cuando llega al lado de los chavales, la madre recoge al suyo y toman camino hacia el hospital para ver al médico para una revisión del chico.

Después de algo más de veinte minutos caminando llegan al sitio, entran a una sala de espera repleta de gente y se sientan a esperar que les toque su turno. De repente suenan unas sirenas alarmantes, ¡evacuación! A continuación un estallido enorme, todo se viene abajo. A las horas consiguen rescatar al chico y a su madre junto algún sobreviviente más (pocos). «Game over»

*Triste realidad la que estamos viviendo, está claro que los niños como Pedro no tienen la culpa, son sólo niños, ellos piden y nosotros satisfacemos, punto. Pero lo que también es cierto es que los chavales del otro lado menos culpa tienen de lo que hacemos los adultos, se merecen una infancia cómo la de Pedro, o al menos parecida, tienen que ser niños y no adultos a una temprana edad, no se merecen vivir todas esas atrocidades que están sufriendo, ni pasar hambre, ni vivir en circunstancias infrahumanas, deberían de tener todos las mismas oportunidades. A fin de cuentas son niños, no han hecho nada para tener que pasar por estas cosas, ya les llegará la edad de tener que pelear, luchar, sufrir, y un largo etcétera, pero no ahora…

B.D.E.B.

Un año después…

Un año después…

Un año de mi primera entrada en este blog.

A malas penas cinco días antes lo creé, sin pensar siquiera si me atrevería a escribir algún día, pero lo hice. Y me sentí bien, aún así no sabía si sería sólo esa vez o habría alguna más y bueno el resto ya lo veis, aquí sigo y cada día que pasa casi más «enganchada».
Cómo ya dije no hace mucho, me gusta esto de escribir pero lo que más me sigue gustando es leeros. Ya sea poesías cómo relatos, divertidos o con los sentimientos a flor de piel, contando lo que se nos ocurre en ese momento o sacando cómo nos sentimos en ese momento.
El caso es que un año después me siento contenta por vuestro apoyo, por seguir este humilde blog, por regalarme vuestros «me gusta» y algún que otro comentario.
Espero seguir escribiendo por muchos años más pero principalmente, seguir leyendo vuestras historias.
Un saludo a todos.

B.D.E.B.

Castillos de arena

Castillos de arena

Cómo se esfuma el humo de un cigarrillo.
Arena que intentas retener en tus manos y se te escurre entre los dedos.
Cómo las hojas caen de los árboles cada otoño.
Por más que lo intentas más difícil es evitarlo.
Sientes que todo se desmorona cómo si de un castillo de naipes se tratara.
Cómo ese castillo construido en la arena, con tanto esfuerzo, tanto tiempo dedicado y por mucho que le pongas un muro, poco a poco las olas lo van golpeando, van llevándose la arena hasta quedarse en nada.
Entonces te queda un vacío, ¿qué hay que hacer ahora? ¿Intentamos reconstruirlo?¿va a merecer la pena?
Mil preguntas que ahora mismo no tienen respuesta, quizas el tiempo lo aclare…