-¿Porque siempre estás tan seria?. Le preguntó una conocida en medio de una conversación. Ella por un momento se quedó parada, sorprendida.
-Yo no estoy seria, sólo que a veces, por el estrés diario, que siempre voy corriendo de un lado a otro pues puede parecerlo, pero no estoy seria.
Lo dijo tan firme que ella misma por ese momento se quedó convencida, pero más tarde, cuando se fue a casa, no podía quitar esa pregunta de la cabeza, ¿era verdad, esa es la imagen que daba?
Seria ¿tenía motivos para estarlo? Seguramente, de cara al escaparate no tenía motivos.
Tenía una vida «normal» pero que muchos quisieran, tal cómo estaba el panorama. Tenía salud, tenía un marido que la quería y dos hijos sanos, con los problemas que dan todos los niños, pero nada fuera de lo normal. También tenía un trabajo fijo que le dejaba bastante tiempo libre y bien remunerado para cómo estaban aquellos tiempos. Tenía su casa, su coche, tenía sus amigos, sus hobbys…
¿No era suficiente eso para ser feliz y no estar seria?
Debía de serlo pero ya no estaba tan segura, entonces se miró al espejo y sonrió, la imagen que vio en él no le gustó, se fijó en su mirada, triste, sin brillo, seria…

Sonrisa fingida
Ojos tristes, sin brillo
Mirada perdida
Tú sonrisa puede engañar
Tus ojos no
Dicen que son el espejo del alma
Y que razón tienen
Cuando estás feliz brillan
Con tu tristeza se apagan
Tu boca sonrie
Tus ojos quieren llorar
Saca lo que tienes dentro
Desahoga tu alma
Y así podrás sonreír de nuevo.
B.D.E.B.
