
Hay muchos momentos en la vida en que nos toca tomar decisiones importantes, ya sea a la hora de estudiar, de trabajar o en nuestras relaciones personales.
De las dos primeras, dependerá posiblemente nuestra estabilidad económica, pero de ese tema no me gusta hablar, porque a veces puedes estar arriba y aterrizar de cabeza, o pasar justo al contrario y con la compañía adecuada, todo se hace más llevadero.
Así que me centraré en ese camino que es el de las relaciones personales, que creo tiene su tocado, es muy complejo y a veces nos equivocamos y puede llegar a ser muy doloroso.
Todo esto viene por un sueño que tuve ayer, no lo recuerdo muy bien (cosa normal en mí, al menos con los sueños) pero si recuerdo que me trasladó a un verano, un mes de agosto de hace unos veinte años.
Un verano en el que las cosas no iban demasiado bien y estuvimos mi marido y yo, de viaje por el sur de España en casa de un amigo, junto a otro amigo más, pasando unos días, disfrutando de las fiestas del pueblo, pero principalmente de su compañía, para mí lo más importante.
En esos días los cuatro disfrutamos mucho, en las fiestas, paseando al atardecer por la playa con caballo, en los chiringuitos, sin parar, salvo unos ratitos que sabían a gloria, los de las largas conversaciones, esos en los que aproveché para desahogarme con él y confesarle lo mal de la situación de ese momento.
El, amigo mío antes que de mi pareja, me dijo que pensara en lo que quería que no tomara decisiones a la ligera, lo que me hacía feliz y que tomara la decisión que tomara él estaría a mi lado, siempre me apoyaría y me ayudaría en lo que necesitara.
En ese momento me dió un poco de miedo, porque junto a pequeños detalles de esos días sólo me faltó ver su mirada mientras me hablaba y me asusté, porque yo lo quería (lo sigo queriendo, porque a pesar de la distancia seguimos ahí) pero como un buen amigo y ese día me dió a entender que si necesitaba algo más de una amistad, también estaba ahí.
Podría haber dejado de pelear por aquella relación que no sabía si llegaría a buen término, pero decidí seguir por ese camino y apostar por ella, y parece que no fue del todo mal, aquí seguimos.
Con esos altos y bajos que, a mi parecer, hay en todas las parejas aunque haya quien se empeñe en mostrar a la galería un amor perfecto…o quizás sea yo la que está equivocada.
El caso es que aquel momento fue determinante, decidí ese camino y ese sueño me ha hecho pensar en que habría pasado de haber elegido el otro, aunque sin saberlo creo que mi elección fue la buena.
B.D.E.B.


Leerte hoy me hace revivir algo parecido. No tenemos bolas de cristal, pero sabes (y te alegras) que elegiste bien, y por ello te admiro. Un fuerte abrazo🫂🫂☕☕
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Nunca se sabe si el camino es el correcto, toca arriesgarse por lo que creemos y a veces hasta sale bien.
Un abrazo amigo. 🫂🫂☕️☕️😘
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Es fácil imaginar la vida como caminos que se bifurcan con nuestras decisiones, pero no funciona así porque cada camino que tomamos anula de manera inmediata los demás. En el fondo no hay decisiones, sólo hay azar, pero nos da miedo reconocerlo 😉
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Umhh, pues no sé que decirte, supongo que a veces el azar también interviene en ello y nos pone distintas opciones de las cuales nosotros decidimos, eso sí, una vez decidido estoy de acuerdo en que el otro camino se borra, ya es complicado que vuelva a aparecer…¿imposible? No lo sé 😉
Un abrazo Beauseant.
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