
Se encontró en un paraje oscuro, la fina lluvia mojaba su rostro, pero eso no importaba, seguía su camino apresurando el paso, no le gustaba la oscuridad, sentía que la perseguían, le sucedía desde niña.
El viento comenzó a soplar, no era muy fuerte pero si lo suficiente para mover las ramas de los árboles, y estas a la vez producir sonidos que no le ayudaban precisamente a la calma.
Su corazón se iba agitando cada vez más, casi podía escuchar sus latidos y esa presión en el pecho y la garganta, recordaba esas pautas de respiración y las intentaba aplicar, pero costaba, mucho.
Se paró y agachó la cabeza mirando al suelo, la levantó con lágrimas en los ojos y su mirada se encontró con la de él
-Tranquila, respira hondo, no estás sola.
B.D.E.B.

¡No estás sola! Claro que no.
Muchos estamos a tu lado, aún en la distancia.
Un fuerte abrazo, Blanca, querida❤️🌷
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Lo sé amiga, y cada día doy gracias por ello.
Un besito Yvonne.
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Y cuando no estamos solos no hay caminos oscuros amiga 🫂💫💙☕
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No hace mucho hablábamos de los faros ¿verdad? Pues soy afortunada de tenerlos en mi vida, en momentos difíciles me hacen encontrar de nuevo el rumbo 🫂🫂☕️
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Temo mucho más a esa soledad que se experimenta con gente alrededor. Supongo que me he reconciliado conmigo mismo.
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Esa soledad de la que hablas es de las peores, a veces es mucho mejor estar solo, bueno y con esos amigos de cuatro patas 😉
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