
Esa tarde, cómo cada sábado, había acudido a la pista de patinaje junto a su amiga. No tenía edad aún para ir a discotecas y lo más parecido era la sala de patinaje, tenía dos pistas para patinar (patines de cuatro ruedas, entonces no había en línea) ponían música disco y había luces cómo si fuera una discoteca, la diferencia es que allí se iba a patinar en lugar de a bailar pero se juntaban las distintas pandillas de amigos para pasar la tarde.
A todo alrededor de las dos pistas, detrás de las vallas había una hilera de sillas y un espacio para estar de pie hablando con los amigos, tomando un refresco y pasando la tarde.
A ella le gustaba patinar pero no se le daba muy bien, lo justo para no caerse pero nada de hacer piruetas ni patinar hacia atrás, lo justito. Eso sí, disfrutaba viendo a la gente haciendo todo eso que ella no sabía hacer.
En su pandilla prácticamente todos patinaban igual que ella, nada especial pero había una pandilla, que cómo ellos acudía también todos los sábados, en la que todos patinaban de forma espectacular, haciendo piruetas, saltos, patinando hacia atrás…una maravilla, ella siempre se quedaba boba mirando cómo patinaban.
Ese día, estaba patinando por la pista y pasó por su lado un chico de esa otra pandilla y le sonrió, no era de los que iban todas las semanas sin fallar, aunque si lo había visto por allí de vez en cuando. Cómo él iba bastante más rápido que ella al momento volvió a pasar y justo a su lado se giró y se puso a patinar al contrario para tenerla de frente mientras le sonreía, al momento le tendió la mano para patinar juntos y ella tímidamente acercó su mano y comenzó a patinar junto a él. El corazón le iba a mil por hora, había patinado otras veces de la mano de algún amigo pero nunca con ningún «extraño» y menos aún con la velocidad a la que patinaba él, ella sentía que en algún momento se pegaría un trompazo porque los pies no le iban a más y él debió darse cuenta porque fue aflojando el ritmo y se frenó para parar y presentarse.
Una vez presentados él le invitó a un refresco y se sentaron a charlar un rato y a conocerse un poco, él le presentó a su pandilla y ella a la suya y luego siguieron ellos dos pasando la tarde entre patinando y hablando hasta que llegó la hora de despedirse y quedaron en verse al día siguiente por el barrio de ella puesto que él no vivía muy lejos de su zona.
Al día siguiente cuando ella llegó al lugar acordado, allí estaba él esperándola, se saludaron con un par de besos en las mejillas y acordaron ir a dar un paseo. Mientras caminaban él acercó de nuevo su mano a la de ella y la miró a los ojos, ella no lo dudó y le cogió de la mano mientras le sonreía. Más tarde se sentaron a tomar un refresco y después él la acompañó hasta su barrio y se despidió de ella de nuevo con un par de besos en las mejillas, sonriendole y mirándola fijamente a los ojos, ella podía ver cómo le brillaban.
Así fueron pasando los días de la semana en los que sólo algunos podían quedar por los estudios de ella y él trabajo de él, aunque sólo le sacaba tres años, había decidido dejar los estudios porque no se le daban bien y ponerse a trabajar. Hasta que llegó el sábado y de nuevo se vieron en la sala de patinaje.
Cuando ella llegó, él se encontraba ya allí patinando y en cuanto la vio entrar se acercó al borde de la pista para saludarla, ella se acercó con una gran sonrisa y al momento estaba con los patines puestos patinando de su mano. Pasaron así un buen rato, él de vez en cuando se giraba y se ponía de frente a ella, siempre sonriente o la soltaba para hacer alguna pirueta o salto y «exhibirse» delante de ella.
Más tarde se sentaron a tomar un refresco, esta vez en unas sillas que habían más apartadas y allí fue dónde él con esa sonrisa tan suya le pidió si quería ser su novia, ella sintió cómo las mejillas le ardían, era la primera vez que un chico se lo pedía y a malas penas se conocían pero no tardó en contestarle que sí. Él sonrió aún más, si es que era posible, y ella le miraba fijamente a los ojos porque sabía que los suyos estaban brillando aún más que los de él, sintió la mano de él en su mejilla y vio cómo se acercaba y ella hizo lo mismo, sus labios se rozaron y se unieron seguidamente en un tierno beso, el primero que a ella le daban y que hizo que le temblara todo el cuerpo, él debió de notarlo porque la rodeó con sus brazos y la abrazó fuerte y así estuvieron por un rato.
El primer amor, el que nunca se olvida aunque no dure eternamente…
B.D.E.B.

Dulce, natural, un hermoso paisaje donde todo transmite paz, esa calidez que es inocencia.
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Así es, con el tiempo esa inocencia se va perdiendo, lo que no quiere decir que no sea igual de bonito.
Sonrisas Joiel
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