
Vive día a día, disfrutándolo
Que cada momento vivido sea especial
Que cada día nos traiga algo para guardar
Y cuando echemos la vista atrás, estemos llenos de bonitos recuerdos.
Hace años, cuando iba al instituto, llegó un profesor nuevo y joven y junto con otros que había allí y que enseguida hicieron amistad, formaron un grupo para hacer una «revista», en ella se hablaría de todos los temas que nos influyeran a los estudiantes, de los actos que se celebraran, incluso habían secciones dedicadas al corazón y a los horóscopos, en fin un proyecto que pintaba bien y gran parte de mi clase pues nos metimos de lleno.
Ese grupo nos reuníamos bastante a menudo, tanto en horario de clases cómo fuera de él, y empezamos a ser una piña, no sólo alumnos, los profesores también, ellos formaban ya parte de nuestro grupo de amigos hasta tal punto que celebraban cenas en su propia casa a las que nos invitaban y bueno después de la cena salíamos un rato a bailar y echar unas risas.
La revista y todos los que hacíamos el trabajo se hizo popular en el instituto, ya no sé muy bien si por el contenido de la misma (lo dudo) o por el resto de actividades que conllevaba aquello, las cenas, fiestas, acampadas…. era un no parar, aunque siempre había rato también para los estudios, por la cuenta que nos traía.
Si había algo que se cumplía a rajatabla era una cosa, dentro de las horas de la revista o de las actividades que se hicieran, éramos un grupo de amigos, todos, ahora cuando estábamos en clase, ahí si que era el profesor y sus alumnos, esa línea ninguno la traspasábamos, había una cosa que nos habían enseñado nuestros padres que se llamaba respeto y cuando entrábamos a un aula el profesor volvía a ser directamente eso, el profesor, y nosotros los alumnos que íbamos a aprender.
Esos años allí fueron de los mejores de mi juventud, esa amistad con todos ellos, el aprecio y cariño que nos tenían esos profesores, se preocupaban por todo lo que te pasara, recuerdo a Javier profesor de química que era lo más, siempre con un vaquero desgastado y una camisa de cuadros, me llamaba la chica «White» pero claro sonaba la «chica guay», sólo cuando se le preguntaba porque me llamaba así ponía el acento en ingles. Quizás era de demostrar menos cariño que los otros, pero cuando Javier te daba un abrazo era de verdad, porque lo sentía y eso sólo le hacía ser especial, distinto al resto. Hubo un día en clase que teníamos un examen de fórmulas y cómo algún compañero no iba muy preparado me hizo salir a mí a la pizarra, empezó a decirme una fórmula tras otras y allí estaba yo escribiéndolas y sin fallar ni una (las ciencias se me daban muy bien),cuando terminó me dijo que estaba aprobada, que no era preciso que hiciera el examen y al resto de mis compañeros se lo aplazó al día siguiente para que pudieran terminar de repasar.
Una época maravillosa que siempre recordaré con cariño, principalmente a él, una persona especial. Una pena que antes no tuviéramos la tecnología de hoy en día (móviles, redes sociales, etc…) y con el tiempo y los distintos caminos que cogemos cada uno en la vida hace que se perdiera el contacto, no con todos, pero a veces si que con los que más significaron.
Me consta que «la revista» siguió funcionando un tiempo después de marcharnos nosotros pero también sé que ya no fue lo mismo.
B.D.E.B.

Hoy muy identificado con eso. Aunque si hoy le doy un abrazo a una alumna habría complicaciones. Un fuerte abrazo y gracias por compartirlo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ay amigo, todo esto ha cambiado mucho y de verdad que es una pena porque yo recuerdo con muchísimo cariño esa complicidad con los profesores y nunca con mala fé, hoy día todo es completamente distinto y es una pena.
Un abrazo Manu.
Me gustaLe gusta a 1 persona