Amistades

Amistades

Era un sábado y decidimos pasar por la empresa a saludar a mi suegro, nosotros no solíamos trabajar los sábados pero aún así él  siempre se iba para allí un rato y si convencía a alguien más pues mejor. Nunca ha entendido que el descanso y desconectar es necesario porque si no llega un momento que te agotas, no sólo físicamente sino psicológicamente y ese cansancio es mucho peor.

Cuando llegamos allí nos encontramos con un chaval jovencito que no conocíamos  y al preguntarle por él a mi suegro, nos explicó que estaba en el bar de unos conocidos que lo habían acogido y él pues se lo había llevado a trabajar un rato.

Claro está que la cosa no quedó ahí, a los pocos días estaba trabajando allí, ya con su contrato y todo legal.

Nos contó su «historia» triste claro está, de cómo había llegado (supuestamente) a nuestro país, cómo después de pasar por mil penurias llegó a nuestra ciudad… en fin, no lloramos pero el nudo en la garganta si que estaba.

Al poco tiempo éramos amigos, él estaba en un piso que le habían alquilado a buen precio el matrimonio del bar pero que estaba fatal, así que nosotros decidimos llevarnoslo para casa hasta que consiguiera algo mejor y ahí comenzó nuestra amistad.

Era uno más de la familia, por aquel entonces no teníamos niños y  digamos que «no querían llegar» así que él pues casi se convirtió en un hijo adolescente, venía con nosotros a todos lados, ya fuera a casa de la familia, de amigos  si salíamos… Muchas tardes nos íbamos a tomar café él y yo, era mi confidente, sabía todo de mí, todo, no me dejaba nada en el tintero y él finalmente fue sincero y me contó toda la verdad de su vida, aún no sé si era aún más dura que la historia anterior pero me dolió mucho la mentira, si algo no soporto de la gente es la mentira, yo no se hacerlo ni para seguir una broma, es algo que no va conmigo, pero lo quería tanto que entendí perfectamente su situación y le ayudé a contárselo a los demás (no todos lo tomaron igual de bien que yo)

Lo apoyamos en todo, le ayudamos más de lo que hubiera imaginado poder hacer por alguien (no económicamente, emocionalmente) y salió adelante, consiguió un piso compartido y con él nuevos amigos, una pandilla para salir de su edad y a mí me pareció genial, de momento…

Algo que no me pareció tan genial fue que en un tiempo muy breve se olvidará de nosotros. Ya no había charlas en una cafetería, ni a malas penas visitas, ni llamadas, mensajes… poco a poco todo fue a menos.

Aún recuerdo que en esos tiempos me visitó una de sus hermanas, la única que tenía aquí y que yo conocía y sabéis aquella frase de «te lo dije» pues esa me dijo ella.

El daño fue mucho, la decepción grande pero bueno, yo pensé «si él es feliz» y hasta ahí llegó la relación.

¿Lo peor de todo?

Pues que estas cosas hacen que luego no le abras la puerta de tú corazón a la gente, que te cueste, tengas miedo a que te hagan daño.

Pero de repente aparece alguien que te hace cambiar de idea y te demuestra que merece la pena seguir dejando entrar a la gente, porque con solo una de esas amistades de las que están se cura esa herida y piensas:

«Lo que me hubiera perdido si no le hubiese dejado entrar»

B.D.E.B.

6 comentarios en “Amistades

    1. Así es, uno da porque le nace y si te corresponden te alegras, pero si no pues tampoco pasa nada, sólo que cuando te corresponden y luego se olvidan de tí, quizás eso duela más. Pero aunque vaya con un poco de cautela lo importante es que no me hizo cerrarme y eso me sirvió para conocer a gente que merece mucho la pena.

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  1. Cuando yo llegué al país donde vivo ahora, me hice muy buen amigo de una chica. Qué me dijo «yo soy sólo la puerta de entrada. Cuando te empiecen a suceder todas las maravillas que te esperan aquí, ya ni siquiera volverás a mi.

    No es maldad, es la vida. Aún te falta tanto que tú mismo no lo controlas. »

    Detesto decir que tuvo razón.

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