Renacer en la fiesta

Renacer en la fiesta

Ese año era distinto, estaba disfrutando de la fiesta pero no cómo años atrás, ese año sería el último, cuando terminase la fiesta, cuando se quemara el monumento, no se volvería a plantar otro en su barrio, la comisión se deshacía, su padre se había cansado de estar al frente y ningún otro miembro quería hacerse cargo.

Ella estaba enfadada con su padre, lo culpaba de que la fiesta no siguiera, era pequeña para entender el esfuerzo que aquello suponía y que su padre con su trabajo ya tenía suficiente, el cansancio hacía mella en él y estaba agotado.

Cómo cada 24 de junio esperaron que el reloj marcara las 12 y minutos más tarde llegaron los bomberos, cuando todo estuvo preparado, una bengala y a prender la traca que en segundos llegaría al monumento para quemarlo. Pero no fue cómo otros años, parecía que no quería prender la hoguera, siempre se quemaba bien, pero ese año no, le costaba, tanto que algunos miembros de la comisión junto a los bomberos, entraron para acercar los ninots (figuras)  y que prendiera todo, y ella mientras los observaba no podía parar de llorar, nunca había llorado ese día porque era el fin de un año pero otro comenzaba, ahora ya no, todo terminaba ahí…

Pasaron muchos años y la niña se hizo mayor y al igual que ella creció, también creció su amor por la fiesta  un poco reacia al principio de formar parte de una comisión por su recuerdo de niña, pero pudo más el sentimiento.

Se metió de lleno de nuevo y más tarde inculcó a sus hijos el mismo amor que ella sentía por esa fiesta que desde bien pequeña la llevaba dentro, y al pequeño le caló, casi que más que a ella, disfruta con cada acto, cada desfile, cada actividad y cada noche de hogueras, este año desde la posición más privilegiada de un niño «presidente infantil » disfrutará de cada momento, incluyendo las fiestas hermanas de fallas.

Y ella, cómo es lógico, lo acompañará orgullosa a cada acto, feliz de ver que comparten ese mismo sentimiento por la fiesta.
Ese que de pequeña creyó que perdería pero con el tiempo volvió a disfrutar cómo si fuera niña y no puede evitar que cada noche de San Juan, cuando a partir de las 12 se queman las hogueras, las lágrimas vuelvan a aparecer en sus ojos.

B.D.E.B.

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