Ella sintió cómo él dibujaba la línea de su espalda con la yema de su dedo y no pudo evitar que se le erizara el vello, un suave escalofrío recorrió su cuerpo.

Allí estaban, cubiertos por esa sábana único testigo de lo acontecido aquella noche.

Ella giró su cabeza hacia él y miró esos ojos azules que le cautivaron desde el primer momento en que los vio.

Esbozó una sonrisa a la que él correspondió y se fundieron en un abrazo.

-Te amo. Le susurró ella al oído-¿te lo he dicho alguna vez?

De nuevo él la miró de frente y le contestó

– Todos los días al despertar, desde el día que amanecimos juntos por primera vez, y mi respuesta es la misma de ese día:

-No tanto como yo a ti

Un beso fue el sello de la promesa, de seguir pronunciando esas palabras a cada día durante el resto de la vida.

Siempre que ese amor siguiera latente entre ellos.

B.D.E.B.