Un viernes cualquiera

Un viernes cualquiera

De nuevo era viernes, ya sabía de antemano que volvería a estar sola. Él saldría de trabajar y se iría a comer con los amigos, o solo, eso no importaba, el caso es que no llegaría a casa hasta no sabía que hora, llevaba ya meses haciendo lo mismo y ante las preguntas de ella la respuesta era siempre la misma

-Necesito mi espacio, mi ratito de libertad.

Ella no terminaba de entender aquello, nunca le impedía nada, no lo tenía atado a la relación, siempre había entrado y salido de la casa cuando quería y ella nunca pedía explicaciones, él las daba sólo cuando quería o le interesaba y ahora de un tiempo a esta parte le salía con esas. Había intentado hablar con él por si había algún problema en la relación pero él aseguraba que todo estaba bien, tan a gusto como el primer día, ¿y ella?…

Terminó de comer y recibió un mensaje, «no me esperes, llegaré esta noche», no se molestó en contestar, dejó el móvil a un lado y se tumbó a descansar un poco, si es que podía… La cabeza no paraba de dar vueltas a las cosas y alguna lágrima asomó en sus ojos, así que se cambió de ropa, se puso algo cómodo, y se marchó a dar un paseo por la playa.

Cuando llegó allí decidió tomar algo fresco en una especie de cafetería tipo chill out que había frente al mar, mientras leía un rato y así daba tiempo a que bajara un poco el sol y no hiciera tanto calor para caminar. Mientras tomaba su refrigerio observó en una de las mesas a un hombre de mediana edad escribiendo en un portátil, le llamó la atención, a ese lugar si que solía ir gente a leer o grupos de amigos a charlar un rato, pero no había visto a nadie allí con un portátil escribiendo y le intrigó la escena ¿estaría trabajando? Terminó su refresco y parecía que el sol ya no «picaba» tanto así que se marchó a dar ese paseo y a pensar en la situación que estaba pasando su relación.

Al viernes siguiente repitió y de nuevo se encontró con el hombre misterioso escribiendo en su portátil y levantando la vista de vez en cuando hacia el mar y en un par de ocasiones hacia ella. Esa escena se repitió varias semanas hasta que en una de ellas, cuando entró él la saludó, ella devolvió el saludo con la mejor de sus sonrisas y pensó que era la primera vez que sonreía desde hacía unos días, desde que había decidido dar por finalizada su relación, le dio a él todo el espacio necesario para que iniciara una nueva vida, sin ella…

Terminó su refresco y como de costumbre salía del sitio para dar su paseo cuando alguien le preguntó:

-¿Te importa que te acompañe en el paseo?

Por un instante se quedó parada sin saber que contestar, ese hombre misterioso quería acompañarla, ¿sería de fiar? algo le decía que si y esa fue su respuesta, si.

Se presentaron y juntos comenzaron a caminar por la orilla del mar, él le contó que era de otra ciudad y llevaba allí a malas penas unos meses, de pequeño había veraneado allí con sus padres y cuando la empresa le ofreció trasladarse a una nueva delegación que iban a abrir en aquella zona, no lo dudó ni un momento. También le contó que le gustaba mucho escribir y que en aquel lugar siempre encontraba inspiración para hacerlo.

Así caminaron largo rato hasta que prácticamente llegó la noche, ahí se despidieron, se intercambiaron los teléfonos y quedaron en verse el domingo para dar un nuevo paseo.

Después de ese viernes llegaron muchos más, ese día de la semana que tanto daño le había hecho anteriormente, ahora era su día preferido, sabía que le esperaba un paseo por la playa al atardecer con su hombre misterioso.

B.D.E.B.

6 comentarios en “Un viernes cualquiera

  1. A veces pasa eso en la vida, algo que no entendemos que nos hace abrir la mirada en otra dirección. E intuimos que ese nuevo rumbo, con sus dudas, miedos y misterios, nos hace sentir que no estamos aparcados a la espera. Me ha encantado y hace pensar y mucho. Feliz tarde amiga

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    1. Hay cambios que a veces son necesarios, sólo tenemos una vida y hay que aprovecharla, si en algún momento notamos que ese no es nuestro sitio habrá que buscar el qué si lo sea.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un abrazo amigo.

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  2. El silencio, la angustia y la nula comunicación agrietan la relación y cuando aparece una oportunidad para volver a sonreírle a vida, no hay que dejarla padar. Una historia bien narrada y que deja al descubierto cientos de situaciones parecidas. Disfrute la lectura

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