Adiós septiembre

Adiós septiembre

30 de septiembre, último día de este mes que se ha hecho muy muy largo. Ya desde que empezó sabía que iba a ser un mes difícil, vuelta a la rutina después de varias semanas de relax en el camping, vuelta al trabajo, a extraescolares del chico, vuelta a visitas médicas, y la entrada del otoño…

A eso se le han ido añadiendo unas pocas de complicaciones, de un estado emocional no muy bueno, de salud tampoco ha sido el mejor mes, y de otras cosas que mejor las dejamos a un lado. En definitiva un mes, pues algo peor que las expectativas que tenía, porque aunque intente esperar que todo vaya bien, no sé que tendrá este mes y el inicio del otoño que nunca me ha ido bien.

Quizá todo empezó hace muchos años en los que una serie de circunstancias hicieron que este mes se me atravesara un poco. Aquí en esta zona el mes de septiembre y octubre siempre los hemos relacionado con «la gota fría» o la DANA como le llaman ahora y con algunos sustos en el cuerpo pues cuando vemos el cielo negro nos asustamos un poco. Y el hecho de que empiece a anochecer antes y que no haya tanta gente por la calle como en verano, quizás también entristece un poco.

Ahora en octubre aún acortan más los días pero parece que ya nos vamos acostumbrando a ello.

También este mes ha tenido alguna cosa buena (no sólo vale contar lo malo) de nuevo reuniones con los amigos, desde el viaje a Andorra no nos habíamos vuelto a ver y ya tocaba, también por supuesto las visitas a mis padres, aunque sean con un sabor agridulce por el estado de ella, poder disfrutar de esos ratitos todos juntos es un lujo.

Y mañana vamos a por octubre, con cositas ya programadas y esperando que sea un poquito mejor que este que se acaba.

De este mes espero ver ésos amaneceres otoñales en el mar y quizás algún atardecer bonito desde la sierra, y por supuesto, un poco de tranquilidad emocional que hace mucha falta.

B.D.E.B.

Cambio de prioridades

Cambio de prioridades

¿Cuál es tu prioridad mañana?

Desde hace ya muchos años, empecé a poner a muchas personas por delante mía, principalmente cuando tienes hijos, ellos son la prioridad absoluta, sobre todo cuando son pequeños y necesitan de la ayuda de un adulto. Más tarde van creciendo y aún así los ponemos igualmente como prioridad ante todo, también añadido a la pareja, si la hay, a nuestros padres que se hacen mayores, y a veces se extiende hasta hermanos y amigos.

Vamos poniendo a todos delante y tú cada vez te vas quedando más atrás de esa lista, a veces, trabajo y alguna cosa más va también delante, no sólo personas.

Y llega un día que te vas fijando, que el cansancio te supera, la salud no acompaña, las fuerzas se van agotando, y hasta las ganas…

Y ahí es cuando te fijas en que todo eso(s), que has puesto cómo  prioridades, que va(n) delante tuyo, no se percatan, siguen exigiendo y no ven que ya llegas a donde tenías que llegar, que tanto física como mentalmente te encuentras desbordada y que eso no ayuda a mejorar tu salud, más bien lo contrario.

Llegado ese punto hay que tomar una decisión, o cambias de prioridades y te comienzas a poner, sino la primera, bien cerquita de ese puesto, o cualquier día estallará todo y las consecuencias serán bastante peores.

Claro, para ese cambio de prioridades hay un problema, que si haces eso te sientes egoísta, y tú no estás acostumbrada a serlo, pero quizás sea lo que toque porque piensas: «¿en qué lugar estoy yo para ellos?» Y aunque no se hagan las cosas para que te lo agradezcan o te lo devuelvan, tú no dejas de ser persona también y sientes, sufres, te cansas igual que ellos.

Puede ser, aunque no te guste, que haya llegado el momento de ser un poco egoísta, de ponerte al principio de esa lista y si no eres la «prioridad» de nadie, ser la tuya propia.

B.D.E.B.

Cuando lo veo feliz

Cuando lo veo feliz

¿De qué maneras el trabajo duro hace que te sientas realizado?

Trabajo duro físico la verdad que poco hago, no por «floja», nunca me ha importado hacerlo, pero de hace unos años para aquí, por salud me tocó echar el freno y no hacer muchos esfuerzos.

Pero no siempre el trabajo duro es físico, a veces es mental y otras, simplemente haciendo cosas que no son digamos «de nuestra competencia».

En alguna ocasión he hablado de lo que le gusta a mi chico menor el subirse a un escenario junto a sus amigos de la fiesta y actuar en los certámenes artísticos bailando. Eso conlleva para ellos muchos meses de ensayos y esfuerzos y, para el resto que no actuamo, pues nos toca durante esos ensayos de ellos, preparar escenarios y vestuario y complementos.

Claro, cuando eres entendido en la materia, todo se ve fácil y hasta «te lo ves hecho», pero cuando eres un aficionado cuesta un poquito más.

Desde que entré de nuevo en este mundillo de las fiestas, poco a poco han ido creciendo mis conocimientos sobre la costura y confección de ese vestuario y bueno, a día de hoy, diría que me defiendo. Antes me daban un trozo de tela y si no estaba cortado me agobiaba, pero ahora ya soy capaz de hacer algo con él.

-¿Lo mejor de ese trabajo duro?

La satisfacción de cuando el chico se lo pone y te dice:

-Mami, está genial,¡me encanta!.

Luego, días más tarde, lo ves subir al escenario, con ese traje que tantas horas ha llevado, esos momentos de desesperación por tener que descoser y volver a coser, y ahí está, feliz, luciendo su esfuerzo y el tuyo.

Y dices, «si, merece la pena».

B.D.E.B.

Juicio al amor

Juicio al amor

Photo by furkanfdemir on Pexels.com

Mojo mi pluma en un tintero de lágrimas para escribir unas palabras,

palabras que salen cuando te encuentras más dolida,

cuando por cada día bueno hay tres malos,

cuando no sabes si no te comprenden

o eres tú la que no comprendes nada.

Situaciones fáciles que se vuelven complicadas,

adversidades que conviertes en problemas,

buscas y no encuentras solución.

Cansada,

agotada,

(mal)herida,

con ganas de decir basta

y a la vez, ganas de seguir adelante.

Porque has querido, porque quieres

Porque has amado, porque ¿amas?

Buscas culpables

¿acaso hay inocentes?

¿acaso hay juicio justo

en el tema del amor?

B.D.E.B.

Enseñanzas

Enseñanzas

Ayer tarde tuve una reunión de inicio de curso del chico pequeño, era para presentarse los tutores de cada clase y explicar un poco cómo iba a ir el funcionamiento del curso. Una de ésas reuniones que hay quien opina que es lo mismo de todos los años, pero creo que siempre hay algo nuevo que escuchar, conocer a la persona que se va a encargar de parte de la enseñanza de ese año y principalmente también, porque si ellos nos brindan esa reunión de bienvenida para conocernos ambas partes, lo lógico es que nosotros asistamos, por nuestros hijos y por ellos.

Antes que nada decir que el chico es su tercer año en este centro, su hermano entró allí a cursar bachiller y él entró en secundaria, así que yo a los profesores de aquí poco los conozco, los del centro anterior conocía prácticamente a todos.

Pues este año tiene de tutora a una profesora que la conocía de haber oído hablar de ella y para bien, de ésas que da la impresión de que es de las que lleva la profesión dentro y le gusta lo que hace.

Esta profesora es a la que le pidió el chico mayor que le entregara la orla, sólo le dió clases un año porque en segundo cambió de rama, pero ese año, pese a haber suspendido algún examen, le caló hondo y le tenía un cariño especial,  no sólo fue él, creo que aproximadamente la mitad de los graduados de ese año, le pidieron a ella que les entregara las orlas y yo creo que eso dice mucho.

Ayer mientras nos hablaba de los chicos, de la fase de adolescencia que pasaban, de cómo ayudar desde casa y de cómo lo iba a hacer ella, de que le gustaba hablar con los chicos y ganárselos de tal forma para que si había algún problema darles la confianza suficiente para que se lo contaran (Manu me acordé de ti cuando a veces nos hablas de tus chicos), me dió una sensación de tranquilidad, de saber que el chico estaba en muy buenas manos y entendí que la eligieran para que les dé la orla porque se le ve comprometida con su profesión.

Me acordé de aquellos profesores que tuve en mi adolescencia, aquellos que no sólo me enseñaban materias, sino enseñanzas de la vida, se preocupaban por la mía, por mi futuro, porque siguiera estudiando y alababan lo comprometida que estaba en casa ayudando a mis padres en todo lo que podía.

Tengo varios amigos profesores y, salvo uno de ellos que lo considera «una manera de ganarse la vida», el resto me consta que se preocupan más que de enseñar la materia o materias y les apoyan y ofrecen otras enseñanzas que no están en los libros.

Me enseñaron a valorar(me), a luchar por aquello que quería, compartieron su aprendizaje en la vida, me enseñaron a soñar, a ver que era capaz de cosas que no creía, a perder miedos, a crecer.

Así qué, una vez más, gracias a todos aquellos que enseñan y nos enseñaron no sólo ésas materias, sino mucho más allá.

B.D.E.B.