Una vez más ha vuelto a pasar, hoy me levanté con la fatal noticia de al menos 13 muertos hasta el momento por los efectos de la DANA, se te encoge el corazón mientras ves las imágenes, al igual que anoche se me encogió mientras escuchaba el testimonio de un señor que la última noticia que habían tenido de su sobrina de 24 años es que estaba sujeta a un árbol…
Enseguida llegó a mi mente lo sucedido hace ya unos cuantos años, cuando el qué por aquel entonces era mi novio y su hermano, salieron de la empresa con el coche para cerrar las ventanas de casa y a la vuelta se encontraron con un panorama de terror, por delante de ellos pasaban bombonas de butano y surtidores de gasolina, tuvieron la suerte de que no se les parara el vehículo, ese día nacieron de nuevo, pero mientras ellos llegaban, el resto estábamos con el corazón en un puño, escuchando las noticias y sin saber si llegarían a regresar…
Afortunadamente lo hicieron, pero también aquella vez hubieron personas que no corrieron la misma suerte, que no volvieron a sus casas, lo nuestro quedó en un susto, también nos quedamos aislados en un polígono porque todas las carreteras estaban cortadas, hasta la tarde-noche no pudimos volver, pero lo hicimos.
Hoy veo las imágenes, terribles, escucho las noticias y no puedo evitar emocionarme.
Una vez más la naturaleza nos gana la batalla, es como si quisiera decirnos que ella puede más que nosotros, que la escuchemos que nos creemos grandes y cuando ella parece decir basta nos quedamos pequeños, no somos nada.
Hoy desde aquí mando mi más sentido pésame a esas familias que les ha arrebatado a un ser querido y toda la fuerza posible a esas otras personas que han perdido todo, pero conservan su vida.
Un cumpleaños, uno más de tantos y con la misma ilusión. Delante de ti una tarta, con una vela con número y emocionada cómo cuando eras una niña, recuerdas esos cumpleaños, esos nada ostentosos como los que se celebran hoy en día, tus padres y hermanas, algún primo y dos o tres amiguitos, los más cercanos, en tu casa, con esa tarta preparada por tu madre con tanto esmero, tu pelo moreno casi negro, tus ojos marrones brillando y la mejor de tus sonrisas dibujada en tu cara. Ya no eres esa niña, ¿y que más da? la ilusión por ese día sigue intacta, no importa el número de velas que haya en esa tarta, de nuevo te sientes cómo en aquellos años, cuando eras una niña.
Un regalo, sonríes, miras a quien te lo está ofreciendo, y despacito, emocionada vas abriéndolo, sin prisas, disfrutando del momento cómo hacías entonces.
Cabalgata de reyes, vas con los niños, ellos disfrutan y tú con ellos, de verlos felices y de recordar esa ilusión, esa que estás sintiendo ahora mismo, ves pasar el desfile y esperas impaciente, sigue siendo el último, tu rey Baltasar. Cuando pasa frente a ti sonríes, ahí está y te preguntas ¿tendrá algún regalito para mí esta noche? Sabes que sí, tu misma los has dejado para la vuelta, aún así estarás feliz de abrirlo junto a ellos, como si de verdad ese rey que un día visitaba la casa de tus padres, hoy lo hiciera de nuevo en la tuya propia.
Vas en el coche, la música puesta y no puedes evitarlo, cantas. Cantas como lo hacías en aquellos viajes con tus padres y hermanas, cada domingo al pueblo a ver a los abuelos, no las tienes a tu lado, no has vuelto a cantar con ellas, pero estás segura de que ellas también lo siguen haciendo cuando van solas en su coche.
Tumbada en el sofá, alguien se acerca a ti y comienza a hacerte cosquillas, no lo puedes evitar, recuerdas tu risa de niña y la de tu hermana pequeña, cuando tumbadas en el sofá, tu padre se acercaba riéndose y ya sabíais que os iba a hacer cosquillas hasta que esas pequeñas barriguitas dolieran de tanto reírse.
¿Qué significa ser un niño de espíritu?
Pues creo que olvidar por un momento que somos adultos y disfrutar de cada cosa que hacíamos cuando éramos niños, nunca tenemos que perder del todo ese espíritu.
Ayer fue el primer día del cambio de hora, la primera tarde que oscurecía más temprano y que tan poco me ha gustado, ni me sigue gustando.
Ayer además llovía y era una tarde de esas que te apetece quedarte en casa, tirada en el sofá, leyendo, escribiendo y escuchando caer la lluvia, con mis dos pequeños al lado y viendo como el día se escapaba rápido, un día de otoño en toda regla, hasta las temperaturas nos han dado un respiro este fin de semana.
Una tarde extraña porque me daba la sensación de estar viéndolo todo desde fuera, como si no fuese yo la que estaba tumbada, casi esperaba entrar por la puerta de la calle, una sensación muy rara, que nunca antes me había sucedido y que quizá tenga algo que ver con esa lucha interna que llevo desde hace un tiempo de encontrarme conmigo misma, de saber que es lo que necesito en mi vida.
A diferencia de otros años, una tarde como la de ayer, me hubiera entristecido pero no fue así, me encontraba a gusto, tranquila, aún con esa sensación de la que hablaba antes, estaba tranquila, en paz (todo lo que los dos bichos me dejaban, a veces intentaban quitarme el móvil de las manos reclamando su atención) y mientras escribía recordaba las distintas tardes que había pasado como las de ayer, esas que hacen sentir que sí, el otoño está aquí aunque por el día aún no se note, esas que siempre terminaban con una diminuta lágrima corriendo por mis mejillas, sobre todo bastantes años atrás, cuando creí que nunca alcanzaría mis sueños.
Una tarde que en un principio iba a ser para ir al cine, pero finalmente los planes se deshicieron y la verdad, no me arrepiento, porque dio para mucho. Aparte de leer vuestros blogs y de escribir alguna cosa, también fue tarde de pensar, de encontrarme conmigo misma y disfrutar de esa «soledad» sin estar sola.
Quizá de tanto darle vueltas a todo esta mañana me levanté de nuevo con dolor de cabeza, pero bueno, ahora ya un poco mejor y recordando esa tarde que a veces se necesita, ya que últimamente no tengo un ratito para esos paseos por la playa, al menos tener estos ratitos para escarbar dentro de una y conseguir que por una vez salgan cosas buenas que estaban por ahí escondidas, volver a pensar en positivo y empezar esta última semana de octubre y primera de noviembre(un mes que adoro y no sólo porque sea mi cumple 😉 ) con energía, con una sonrisa dibujada en la cara y dejando aparte las malas «vibras».
Así amigos, os deseo a todos vosotros una feliz semana también, esta semana con un pequeño puente en el que me voy nuevamente al camping a desconectar y a celebrar ese «Halloween» que cada vez está más implantado aquí, aunque hace años mis costumbres eran otras, pero eso lo dejo para contarlo otro día, quizás el jueves o viernes.
Si me gustaría saber ¿sois más de Halloween o del tradicional día de los difuntos? (yo soy más del segundo, aunque desde que nacieron los niños celebre el primero) Ahí lo dejo…