De nuevo ella…

De nuevo ella…

Describe a un miembro de la familia.

Estoy segura que os podría describir a muchos miembros de la familia, algunos de ellos ya los he descrito en varias ocasiones, pero tenía que ser de nuevo ella, mi madre.

Ayer volví a estar con ella, y era la primera vez que nos veíamos desde que hace unos días empezó a ir a una residencia de día. Algo que se había vuelto necesario para que mi padre tuviera un poco de descanso, los años no perdonan y él es quien lleva el mayor peso de la enfermedad de ella.

Había hablado varias veces por teléfono con ella, pero suele ser conversaciones cortitas, así que ayer le estuve preguntando que tal le iba y empezó a contarme. Estaba feliz, entre otras muchas cosas, gimnasia, manualidades,… les dan dibujos para pintar y las chicas le habían felicitado por lo bien que lo había hecho. Nos contaba a mi hermana y a mí que pintaba por el bordecito, sin salirse y que lo hacía con mucho cuidado, lo que más le alegraba era la felicitación de las chicas y se le veía también orgullosa del trabajo que había hecho, me lo repitió unas cuantas veces y no me importaba porque estaba feliz, no veía a mi madre, parecía una niña que me contaba lo bien que le había ido en el cole.

Y es que vuelven a eso, a ser como niños, a ilusionarse con las cosas sencillas, a dejar que otros decidan o les digan que tienen que hacer, a cambiar los roles. Pero verla contenta es lo que realmente importa, porque ahí también estoy yo feliz.

Luego ya llegan los momentos de acordarse de lo que ella no recuerda, de mostrar una foto y que no recuerde quiénes están en ella, de preguntar por la hermana que perdió hace ya unos años, de decirle a mi hermana»¿sabes? yo tengo tres hijas,  sin darse cuenta de que ella es una de las tres…

Ayer noche le contaba a mi amiga y le decía una cosa que es lo único que me aterra, si llega ese día en que ella no sepa quién soy, ese día se que el mundo se me va a venir abajo y lo curioso es que conforme la enfermedad va avanzando ella está más feliz, más tranquila.

Quizás eso es lo único que importa.

B.D.E.B.

Sentir

Sentir

Llega un día, uno normal y con tu café, delante de la pantalla del ordenador comienzas a trabajar y cómo el día está un poco «nublado» decides poner música y eliges a alguien que conoces desde hace poco, pero que sus letras llegan muy dentro, error… ya sabes lo que va a pasar.

No sabes el porqué (o quizás si) te encuentras así, con ese nudo en la garganta que te está ahogando y dejas que todo fluya, era necesario, varios días reprimiendo los sentimientos no es bueno, lo has notado porque escribes más a menudo, porque lees más a menudo también, porque vas de aquí para allá sin parar, porque no quieres pensar, no quieres darle más vueltas a la cabeza.

¿Tan complicada es a veces la vida? o quizás somos nosotros los que la complicamos más de lo que ya lo es, el caso es que hay algunos días que necesitamos desahogarnos, dejar que fluyan las lágrimas porque también curan y es necesario, y después coger aire y seguir adelante.

Y es que esos días que nos despertamos y nos invade ese huracán de sentimientos que llevamos acumulando porque se nos está haciendo complicado gestionarlos, esos días que hace un tiempo quizás les tenía miedo y ahora sé que pasarán, que no se quedarán para siempre.

En esos días me apetece acurrucarme en el sofá, con una mantita, café en mano y esa misma música y dejar que todo fluya, que salgan las lágrimas y limpien que curen esa herida y así seguir luchando y caminando por la vida, porque sentir es estar vivos.

B.D.E.B.

Toque de atención

Toque de atención

Esta mañana al revisar mi correo electrónico me encontré con una «sorpresa» (aunque ya estaba avisada por mi hijo pequeño) su tutora me solicitaba una reunión.

Algo que no me solicitaban desde que el mayor tenía más o menos su edad y empezó a tener en algunas asignaturas bajas calificaciones, pero en este caso ha sido por el comportamiento, parece ser que pequeños toques de atención para que no se salgan del camino (parece, hasta que no llegue el día no lo sabré a ciencia cierta).

En varias ocasiones he hablado de la educación que les intento dar, de los valores, etc… y que son buenos chicos, lo son, pero eso no quita que también a la vez sea un adolescente (el mayor, ya va sentando la cabeza), y como buen adolescente (alguien que yo sé me entenderá a la perfección), tiene ese puntito rebelde y de «hacerse el gracioso» por el que pasan muchos, y claro, o eso se corrige desde el inicio o la cosa se puede ir de las manos.

Siempre he sido partidaria de que los profesores les den ese toque de atención, aunque sean pequeñas cosas, porque de las pequeñas pueden pasar a las gordas en un pis-pas, sin darnos cuenta y yo puedo observar y corregir lo que hacen en casa, pero cuando salen de ella no, aunque yo les inculque el respeto, el comportarse bien y un montón de cosas más, a veces se les «olvida» o simplemente sale esa vena de rebeldía de la que hablaba antes.

Si a todo esto añadimos que yo no he sido así, he sido adolescente si, pero nunca ningún profesor les ha tenido que dar una sola queja a mis padres de mí, por tanto me fastidia mucho que de ellos me las tengan que dar, y nunca le quitaré la autoridad a un profesor porque muchas veces puede ser que pasen más horas con ellos, que nosotros lo hacemos.

He conocido a muchas madres que han defendido a sus hijos a capa y espada, que ante una queja de los profesores han dicho: «¿mi hijo?, mi hijo no es así, no hace esas cosas» o «a ver, que tampoco tiene tanta importancia, son cosas de niños»… y muchas más. Pero yo por ahí no paso, no creo que un docente me vaya a solicitar una reunión sin que haya nada de fondo (a excepción de las rutinarias), o que vaya a decir que ha hecho esta cosa u otra sin que sea verdad, claro es más fácil creer la verdad del niño, ellos nunca mienten…

Pues si lo hacen, hasta yo les he mentido a mis padres en alguna ocasión (de adolescente sobre todo), y aunque no lo aplaudo se que es «casi normal», son etapas y pasarán pero eso no quita que tengan que recibir esos toques de atención de los profesores y de nosotros mismos y su «regalito» en forma de castigo, pero bueno…eso solo si pretendemos que el día de mañana sean mejores personas, si no podemos dejarlos a su aire y decirles que no se preocupen que no es para tanto (lo escuché en más de una ocasión).

Y ahora, a por el finde, a ver si se da mejor que la semana.

B.D.E.B.

Soñé con ella

Soñé con ella

¿Cuánto pagarías por ir a la luna?

Soñé con alcanzarla, con recostarme en su cuarto menguante y cerrar los ojos, desde allí a lo lejos escuché las olas del mar y encontré la paz que necesitaba.

Desperté, sólo fue un sueño, la paz desapareció pero me quedó el mar con el reflejo de ella.

Ojalá llegar hasta ti de un salto, o subir por unas escaleras infinitas, ojalá poder recostarme como en mi sueño.

Mientras tanto me queda el placer de observarte cada noche.

B.D.E.B.

Cambios

Cambios


Hoy estaba en la oficina (tocaba trabajar allí) y han mejorado el programa que utilizamos, es curioso que siendo el mismo, sólo por cambiar el aspecto, ya cuesta un poco acostumbrarse, los botones no están en el mismo sitio que estaban, las pestañas son diferentes y hasta los colores han cambiado un poco, todo esto hace que te descoloques un poco y te cueste más hacer las cosas que hacías a diario, aunque es cuestión de habituarse y pronto ya estaré acostumbrada a él.

Y me ha venido a la cabeza los cambios que pasamos a lo largo de nuestras vidas, que aunque sigamos nuestras rutinas pero cambian cosas y tenemos que acostumbraron a ellas.

La primera que me ha venido a la mente ha sido cuando abandonamos la casa de nuestros padres. Ya sea porque nos casamos o vamos a vivir con nuestra pareja, o bien porque nos emancipamos y decidimos «volar del nido».

En cualquiera de los casos el cambio es importante, seguiremos con nuestra rutina de siempre pero añadiendo más obligaciones, porque aunque antes en casa tuviéramos nuestras obligaciones, en el momento en que tienes tu propia casa, toda la responsabilidad cae sobre ti (y sobre tu pareja, si es el caso), desde planificar el «menú semanal» al resto de faenas. A cambio tienes tu «libertad» de hacer o deshacer sin que nadie te diga nada, aún así creo que la mayoría, en algún momento volveríamos a lo que teníamos.

Y ya ni qué decir tiene cuando tienes un niño, ahí aún cambian más las cosas, dejas de ponerte tú (si es que antes lo hacías) en primer lugar y empieza a ser esa personita, primero irán sus necesidades y después, si queda tiempo, las tuyas. Y al igual que en el caso anterior, si se comparte con la pareja estupendo, no cae todo sobre ti, pero si no la tienes o no colabora (que hay de todo, da igual hombre que mujer) pues aún es mayor trabajo y responsabilidad.

Cambios que decidimos nosotros, porque queremos o porque ya toca, al menos en el primer caso, no es cuestión de vivir con nuestros padres para siempre, aunque cada vez los jóvenes lo tengan más difícil y, no nos engañemos ¿dónde nos van a tratar mejor? Son cambios bonitos pero que también hacen que nuestro día a día sea más «complicado» las rutinas las tenemos que cambiar, buscar huecos para lo que hacíamos habitualmente y sobretodo para nosotros, para nuestro bienestar.

Y así cómo ese programa ha sustituido al otro que ha desaparecido, una vez se producen estos cambios tampoco está nuestra vida de antes, también habrá desaparecido y aunque queramos volver atrás ya no será igual, será todo distinto porque nos hemos habituado a esos nuevos cambios y el volver a lo anterior será un nuevo cambio.

Cambios que en ocasiones merecen la pena hacerlos.

B.D.E.B.