1 de noviembre de…

1 de noviembre de…

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Esa mañana tocó madrugar a pesar de que no había colegio. Después de desayunar mi hermana y yo, mi madre nos ayudó a vestirnos, dos vestidos iguales pero de diferente color, con florecitas minúsculas y una rebequita de lana de color amarillo claro, calcetines largos y zapatos recién limpios y abrillantados.

Ya estábamos listas con nuestras mejores galas, salimos de casa hacia el aparcamiento dónde se encontraba el coche rojo de mi padre y los cuatro nos subimos a él, mi hermana mayor se reuniría allí con nosotros, ella iba en el coche con su, por aquel entonces, novio (poco después marido).

Como media hora más tarde, allí estábamos, en aquel lugar lleno de vehículos y de gente, sus muros blancos y la verja de hierro negro y  un olor a flores como si estuviéramos en un prado lleno de ellas, pero no, estas estaban cortadas a modo de ramos que la gente llevaba en sus manos, mi madre también lo hacía mientras mi padre llevaba un pequeño cubo con unos trapos.

Pasamos por varias calles hasta llegar al lugar, allí estaba, flores ya marchitas, no había foto, nunca supe como era, sólo su nombre José Antonio E.B. , cada uno de los nombres por uno de sus abuelos, mis abuelos. Alguna lágrima resbaló por el rostro de mi madre y mi padre, aunque no lo hizo, se le notaba el rostro compungido. Limpiaron aquello, pusieron las flores nuevas y mi madre se despidió con un beso en la mano y pasándola por la lápida.

Un año más…

Después de la visita al cementerio nos dirigimos a casa de mis abuelos maternos a comer, a jugar con mis primos, llegaba el momento de dejar la tristeza atrás y disfrutar del resto del día.

Así era cada 1 de noviembre, así ha seguido siendo año tras año, hasta hace poco, el año pasado faltaron a su cita, los años ya pesan mucho, la enfermedad de ella también. El sábado cuando estuve con ella, me decía «el otro día cuando fui al cementerio habían flores nuevas, no sabía de quién eran y después Virginia me dijo que había sido ella, que había ido a ver a su marido y de paso le había puesto flores al niño», mi hermana y yo nos miramos porque ni siquiera hemos conocido a «Virginia».

Es curioso que hoy en día lo celebramos como una fiesta, adoptamos costumbres que no son las nuestras, aunque quizás es más bonito ver disfrutar a los niños en una fiesta, que mostrarles lo dura que puede ser la vida y llevarlos de visita a un cementerio, si bien aquello me sirvió para saber que tuve un hermano, que mis padres año tras año (día tras día) sufrieron su pérdida, y que aunque nunca lo llegué a conocer, durante toda mi vida me acordé mucho de él.

«Carta al hermano que nunca conocí»

Feliz día y a disfrutar cada cual con sus costumbres.

B.D.E.B.

2 comentarios en “1 de noviembre de…

    1. Hoy es un día duro amigo, siempre nos acordamos de aquellos que se fueron pero este día especialmente más, así me enseñaron desde pequeña y aún cuando lo viva de forma diferente, cada 1 de noviembre el primer recuerdo es para él. 🫂🫂💙💙😘

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