Día 10: Ansiedad

Día 10: Ansiedad

Era un domingo más, de esos en los que toda la familia (por parte de mi madre) nos reuníamos en la casa de campo de mis abuelos, en esa ocasión estaban casi todos los hijos y un buen puñado de nietos.

Los niños correteábamos por toda la finca, entrábamos a nuestro lugar preferido, la cuadra, y allí le dábamos comida a los animales sin que nos viera el abuelo, cariñosamente le llamábamos «tata» nunca llegué a saber el porqué.

Más tarde nos sentamos a comer, mientras nosotros, los niños, estábamos con nuestras risas, los mayores hablaban de sus cosas, y entonces ocurrió. Mi abuelo y su segundo hijo siempre tenían sus diferencias de opiniones, no era la primera vez que discutían, pero nunca como ese día.

Los gritos eran cada vez más fuertes y nuestras pequeñas voces guardaron silencio, sus caras cada vez más rojas y enfurecidas y sus bocas sin dejar de escupir todo aquello que les llegaba, sin siquiera pensar en quienes estaban presentes.

Rompí a llorar, a temblar, a quedarme sin respiración, sin llanto… Mi padre me alzó a sus brazos y ordenó a mi madre coger a mis hermanas y salir de allí. El último recuerdo de ese día fue a mi padre amenazando a mi tío y abuelo, que si me pasaba algo que se escondieran, él, un hombre que odiaba la violencia (y la sigue odiando).

Fue mi primer ataque de ansiedad, a malas penas con unos 7 años, sin saber siquiera que existía esa palabra, con los años llegaron algunos más.

Esa falta de aire, ese llorar sin sonido, el hacerte un ovillo, el temblar…

No sé si fue desde ese día, pero odio las discusiones fuertes, las evito, huyo de ellas, siempre fueron culpables de esos ataques de ansiedad, lo siguen siendo.

Quien lo ha sufrido sabe de lo que hablo, sólo unos brazos rodeándote con cariño, son capaces de hacer que vuelva la calma.

B.D.E.B.

6 comentarios en “Día 10: Ansiedad

  1. A veces la calma vuelve con muy poco. Una palabra, un abrazo, una mirada en silencio. Suficiente para que el ritmo vuelva a estar como estaba. Yo también soy enemiga de las discusiones, pero a veces, y hay alguien que me lo recuerda, para que llegue la paz es necesario decir “no”. Un abrazo.

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    1. Pues habrá que aprender a decir «no» una palabra tan cortita y lo que cuesta decirla ¿verdad?
      Pero sí, esas pequeñas cosas también nos traen la calma y nos reconfortan.
      Un abrazo para ti también. 🤗😘

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