Hace unos meses, en una entrada, utilicé esta canción por motivos completamente distintos a los de hoy, y es que esta mañana cuando puse la lista de reproducción en forma aleatoria, fue la primera que salió y me acordé de aquella entrada y la quise utilizar hoy pero de otra manera, porque creo que todos en algún momento de nuestra vida, necesitamos ese momento para rompernos y volvernos a construir.
Dicen que cuando ya tocas fondo no hay otro camino que hacia arriba, pero hasta que tocamos ese fondo a veces puede pasar mucho tiempo, ese tiempo en el que estamos (al menos yo) irritables, sin ganas de nada y hasta sin ganas de nadie. Justo en ese tiempo es cuando necesitamos de este momento, un momento a solas en el que poder terminar de llegar al fondo, casi diría que «bucear» hasta llegar a él y sólo así de un impulso volver a salir hasta arriba.
Lo normal es que en ese camino no estemos solos, porque para la gente que nos quiere es difícil mantenerse al margen y dejarnos solos sin cogernos de la mano (yo soy la primera, no puedo ver a nadie pasarlo mal y quedarme quieta), pero hay quienes aprenden a hacerlo y se quedan al margen porque saben que es necesario, pero no quiere decir que no se preocupen, lo están, pero te dejan ese espacio para que seas tú solo el que llegues hasta el final y cuando comienzas a subir de nuevo, ves que ahí sigue estando esa mano, esa que nunca se fue, que siempre se quedó a tu lado por si acaso tenía que tirar de ti.
Y hoy esta canción es para vosotros (para mí también), para los que necesitamos de ese momento, de llegar hasta el fondo, de rompernos y de volvernos a recomponer y al igual que sé que tendré quienes me ayuden a pegar esas piezas, deciros que yo también estaré para ayudar a pegar las vuestras si lo permitís, desde el silencio que aunque parezca que no, pero también acompaña.
Hoy leí una frase «tú no eres lo que aparentas o lo que otros opinen de ti,tú eres lo que haces». Hablaba de dar los buenos días, de ceder un asiento, de ser amable, de cosas que, a mi modo de ver, son naturales y deberíamos de tenerlas como norma en nuestras rutinas, por educación y respeto deben de estar presentes en el día a día.
Pero como siempre, mi cabeza se puso a dar vueltas y llevar esa frase un poquito más allá, y en estos días que cualquier cosa es buena para pensar en otras historias diferentes pues aún más.
He pensado que dejando al margen las opiniones, porque la apariencia se supone que es lo que hay, no intento aparentar nada que no sea, pero es cierto que a veces pueden tener de ti una opinión equivocada (para bien o para mal) pero si que uno debe de fijarse en lo que hace, si se está haciendo algo bien o mal, y para ello hay que hacer un repaso a nuestros actos y acciones, «recular» cuando nos equivocamos y pedir disculpas (¡ay! que complicado es eso para algunos).
El caso es que hoy, a la hora de la comida que estábamos todos, me he alterado en un par de ocasiones por tonterías, y de repente me «he visto» y no me ha gustado nada, me he disculpado casi con lágrimas en los ojos y he dicho que esa no era yo, que no soy así y que no quiero serlo, no quiero que las cosas me afecten tanto como para agriarme el carácter.
Así que imagino que esa frase tiene al menos algo de razón, somos lo que hacemos, y si hacemos algo mal y no rectificamos, o no estamos en paz con nosotros mismos o realmente creemos que lo hemos hecho bien, y ahí si que puede ser que no seamos tan buenos como creemos. Todo esto desde mi humilde opinión.
Y en estos días en los que veo cosas que se hacen mal, y las tengo que callar, en las que veo que esa situación está perjudicando a otros y de momento no puedo hacer nada, me duele y me altera y si de verdad esa frase tiene razón, hay quienes deberían de mirar y analizar en profundidad sus actos.
Se encontró en un paraje oscuro, la fina lluvia mojaba su rostro, pero eso no importaba, seguía su camino apresurando el paso, no le gustaba la oscuridad, sentía que la perseguían, le sucedía desde niña.
El viento comenzó a soplar, no era muy fuerte pero si lo suficiente para mover las ramas de los árboles, y estas a la vez producir sonidos que no le ayudaban precisamente a la calma.
Su corazón se iba agitando cada vez más, casi podía escuchar sus latidos y esa presión en el pecho y la garganta, recordaba esas pautas de respiración y las intentaba aplicar, pero costaba, mucho.
Se paró y agachó la cabeza mirando al suelo, la levantó con lágrimas en los ojos y su mirada se encontró con la de él