
Agosto llegó a su fin y yo no quería terminarlo de otra manera que volviendo a cazar amaneceres ya que esa rutina, que comenzará de nuevo mañana, necesita que coja fuerzas para enfrentarme a ella.
Hacía tiempo que no salía a dar esos paseos y hoy me he sorprendido un poco, esperaba encontrarme a esas horas la playa aún solitaria, con algunos pescadores y personas paseando a los perretes como de costumbre, a un grupo de nadadores que, ya sea invierno o verano, siempre salen juntos a nadar un rato. Pero no, a pesar de las horas había bastante gente, unos cazando amaneceres como yo, otros haciendo un book fotográfico, otros simplemente leyendo o preparándose para tomar un baño.
Ajena a todo he seguido con mi paseo y con mis pensamientos, disfrutando del mar y dejando que las olas mojaran mis pies, el agua estaba cristalina y con una temperatura agradable, mientras caminaba me encontré con alguna concha que se vino conmigo a hacer el paseo, a veces algunas me llaman la atención y terminan hasta en casa.

Así llegué hasta mi rincón, estaba lleno de pescadores, si en la playa hay gente no les queda más remedio que en las rocas, así que me senté un poquito antes de llegar a ellos.
Y frente al mar, mientras tomaba un café frío y tomaba unas imágenes más, dejé ir mi mente, quizás más lejos del horizonte, quizás incluso comencé a soñar. Soñar con que todo sería fácil, una vuelta a la rutina tranquila y donde todo se solucionara fácil…
Poco después ya en casa alguien me habló y fue como esa «bofetada» que te dan para despertarte de ese sueño al que no quieres abandonar. Fue una brusca vuelta a la realidad.

Al menos disfruté del paseo…
B.D.E.B.




