Madres

Madres

Dinos las personas que admiras y de las que te gusta recibir consejos…

Recuerdo de niña enfadarme si me regañaba, aunque eran pocas las ocasiones, de adolescente que me enfadara el que me pusiera límites, y después llega un día en que entiendes todo, el porqué lo hacía, siempre por tu bien para aconsejarte y enseñarte a ser y convertirte en una mujer.

Entiendes todo y cuando lo entiendes te toca en ocasiones enfrentarte a eso en lo  que un día estabas de un lado, eras hija y ahora estás en el otro como madre, ahora eres tú, quien regaña, pone límites y aconseja.

Pero hay algo más importante, cuidar, respetar y dar tu amor.

Esos límites, esas regañinas y esos consejos son para bien y lo hacen porque cuidan y aman a esa personita desde el minuto cero. Desde antes que llegue a sus brazos ya se convierten en madre y eso ya es para siempre, porque cuidan (cuidamos) de ese ser hasta el fin de los días.

Si admiro a alguien por encima de todo es a ella, recibí sus consejos durante años y diría que los echo de menos, ahora no aconseja pero te recibe, te mira y te sonríe como cuando era una niña.

Hoy es su día, es el de todas, y mis letras las dedico a ellas, no sólo a quienes nos dieron la vida, sino a quienes pelearon porque la nuestra fuese un poquito mejor.

Feliz día de la madre hoy y siempre.

B.D.E.B.

Mi tío

Mi tío

Dinos las personas que admiras y de las que te gusta recibir consejos…

Admiro a mucha gente, a aquellos que a pesar de lo que les venga encima pelean por sacar a flote a los suyos, a quienes le sonríen a la vida, quienes respetan, quiénes dan sin esperar nada a cambio y intentan hacer mejor la vida de los demás.

Y ahora hablaré en pasado,  porque así era uno de mis tíos, hermano pequeño de mi madre y una excelente persona.

Kiko le llamaban, ese era su nombre para todos, creo que por Francisco sólo lo conocían los «organismos oficiales» porque nunca escuché a nadie llamarle así.

Un hombre con una sonrisa eterna dibujada en su cara, una sonrisa que te contagiaba al minuto de estar a su lado. Era gracioso, amable, cariñoso y bromista y muy muy buena gente.

Al fallecer mis abuelos, él se quedó (les compró a sus hermanos) la casa de ellos, ese caserón en mitad del campo del que he hablado alguna vez. El seguía teniendo allí conejos, pavos, gallinas y cuando íbamos un domingo seguía la costumbre de hacer para comer un arroz a la leña.

Podías llevar a cualquier persona contigo, mi tío los trataba cómo a un sobrino más, y al despedirse siempre les decía, «aquí tienes la casa del tío Kiko para cuando tú quieras volver, me llamas y esta es tu casa»

¿Su consejo? Disfrutar de la vida todo lo que se pudiera, salir a bailar con tu pareja cada vez que fuera posible y disfrutar de la familia.

Adoraba a su familia, nos adoraba a todos y cuando íbamos con un sobrino nuevo para que lo conociera (él vivía en el pueblo y venir a la ciudad no le gustaba nada) sentía la misma emoción que si de un nieto suyo se tratara.

Siempre, siempre, nos hacía reír, menos un día que me hizo llorar, el día que se marchó…

B.D.E.B.