Niñez en el mar

Niñez en el mar

¿Playa o montaña? ¿Qué prefieres? ¿Por qué?

Desde niña disfrutaba saltando en las olas, jugando con ellas, me encantaba sentir la arena en mis pies descalzos, buscar conchas como quien busca un tesoro y observar ese mar, mi mar.

Recuerdo aquellos domingos de playa, en Guardamar, Santa Pola, La Marina, pero curiosamente rara vez en el mismo Alicante. Mi madre rara vez se bañaba y mi hermana pequeña y yo jugábamos en la arena bajo su atenta mirada, mi padre era el que nos acompañaba al agua.

Fui creciendo y esa pasión crecía conmigo, me encantaba ir allí cuando menos transitado estaba y tumbarme escuchando ese sonido mágico.

De hace un tiempo hasta ahora lo disfruto de otra manera, dando largos paseos, observando la salida del sol por el horizonte, sentándome en las rocas para conectar con el mar.

Pero algo quedó de aquella niñez, me sigue gustando juguetear con las olas, escabullirme de ellas, sentir la arena en mis pies mientras camino por ella y sobre todo, escuchar ese sonido mágico de las olas.

Supongo que sí, que soy de mar aunque también me guste la montaña, pero creo que las raíces, los recuerdos de la niñez, tiran demasiado y nos hacen crear un vínculo muy especial.

B.D.E.B.

Sanar y recordar

Sanar y recordar

Sugerencia de escritura del día
¿Playa o montaña? ¿Qué prefieres? ¿Por qué?

Siempre me decanto por el mar, creo que no es preciso decirlo, nací, me crie y continúo viviendo en una ciudad costera, el mar es mi salvación, mi cura, mi medicina natural. Cualquier problema termino acudiendo a él como si me fuera a dar respuestas que no yo misma tengo, pero si no consigo allí aclarar mis ideas, mis tormentas internas, al menos regreso a casa con esa paz tan necesaria para enfrentarse al mundo.

Así que sí, `refiero el mar y el porqué también está contestado, pero de la montaña tengo muy buenos recuerdos, muchísimos, por tanto también me gusta. No tanto subirme a una cima por el vértigo que tengo, curioso, porque sin embargo me encanta volar en avión y verme y saberme encima de las nubes (esto lo dejaré para otro día). Adoro un paseo por los robledales cuando visito Burgos, recuerdo las excursiones al «Maigmó» de jovenzuela con mis amigos en las motos (esas que ahora no me gustan nada) y recuerdo con especial nostalgia esa noche.

«Esa noche en ese refugio de montaña,

esa en que a pesar de estar acompañados

nos sentíamos apartados del resto del mundo.

Esa misma en que me dedicaste tu maravillosa sonrisa torcida,

quizás la más especial de todas,

una ligera caricia

y una mirada que me atravesó hasta el alma.

Esa noche en que dormí apoyada en tu pecho,

escuchando a tu corazón a mil por hora,

esa en que fuimos algo más que amigos,

esa que simplemente quedó en el recuerdo,

el más bonito de todos.

¿Ya sabes porque adoro la montaña?»

Aunque me decante por el mar, la montaña siempre me trae muy buenos recuerdos.

Feliz fin de semana.

B.D.E.B.