Muñeco de carne y hueso

Muñeco de carne y hueso

por BDEB

¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste adulto de verdad (si es que te ha pasado)?

Hace un tiempo lo escribí, pasé de niña a mujer, me convertí en adulto cuando nació él, mi primer sobrino, aún no había cumplido los doce años, poco más de un mes me faltaba cuando mi hermana me hizo el mejor regalo que podía hacerme, ser tía.

Pasé de jugar con muñecas a tener un bebé rollizo de carne y hueso en mis brazos, aquello era lo mejor que me había pasado y a partir de ahí, crecí, me sentía mayor, una persona adulta.

Era feliz cuando llegaba el viernes y después del colegio marchaba a casa de mi hermana, feliz de tenerlo de nuevo en mis brazos, darle el biberón, ayudar a mi hermana a bañarlo y hasta de cambiarle los pañales.

Algún viernes bajaban a un local justo al lado de su casa a echar una partida a los dardos y yo me quedaba con el pequeño en su casa y esa responsabilidad de cuidar yo sola de él, hacía que me sintiera mayor, lo tenía que acunar si lloraba o darle el biberón si tenía hambre, esto ya no era un juego, era de verdad y esa personita dependía de mí hasta que llegaran sus padres.

Crecer de esa manera fue bonito, mucho, mientras alguna de mis amigas aún jugaban con muñecas yo tenía mi «juguete» que me sonreía de verdad, que crecía por momentos y lo más bonito es que disfruté cada uno de ellos.

Cuando a los tres años nació su hermano, con quince ya era casi experta, un poco más mayor y con algo de experiencia lo manejaba de maravilla. Pasé mucho rato con ellos y los vi crecer hasta hacerse hombres.

Esa experiencia que tuve con ellos me ayudó más adelante cuando llegaron mis chicos, aunque con años de diferencia pero es algo que nunca olvidas.

Así fue como me sentí adulta por primera vez, de la manera más maravillosa.

B.D.E.B.

9 comentarios en “Muñeco de carne y hueso”

    1. Seguramente, no soy muy «niñera» pero a la vez los cuido y protejo todo lo que puedo. Ellos son indefensos e inocentes y depende de como los cuidemos así serán de adultos (aunque algunos se desvíen por el camino)

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  4. Qué bonito y qué especial. Te voy a confesar que todas las historias que conozco de situaciones parecidas, contrastan mucho con la tuya. El enfoque positivo y amoroso que te ha dado la vida te hace diferente, más que humana y probablemente más evolucionada. Comienzo a barajar que no eres Homo Sapiens…

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    1. Es cierto que a veces en estas situaciones hay quienes lo tomarían como una «obligación» a esa corta edad, pero para mí fue maravilloso poder disfrutar de mi sobrino tan a menudo y verlos crecer hasta convertirse en hombres como son ahora.
      Y sí, descendiente del homo sapiens y de «carne y hueso» 😉
      Un abrazo Daniel.

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